Carmelo Suárez. Secretario general PCPE
En plena crisis capitalista el gobierno “socialista” de Rodríguez Zapatero ha hecho lo mismo que sus colegas europeos y yankys. Tanto la derechista Merkel, como el igualmente derechista Sarkozy y el fascista Bush, practican igual política: apuntalar a la banca estafadora que ha llevado a la quiebra al sistema económico capitalista mundial.
No es cosa pequeña señalar lo del gobierno “socialista”.
Estamos ante un episodio particularmente clarificador del manejo y la manipulación que el capitalismo hace de la “alternancia en el poder” y del juego “derecha e izquierda”. Cuando Zapatero actúa bombeando miles de millones de euros a la banca -que atenaza a las economías familiares con sus préstamos usureros y que cierra el crédito a las pequeñas y medianas empresas en época de dificultades-, parece ridículo siquiera mencionar que estamos ante un gobierno “socialista”.
Esa base social cándida y complaciente que vota al PSOE como un partido de izquierdas tiene una oportunidad histórica para caerse del caballo y resolver de sopetón el viejo debate de la ruptura de la Segunda Internacional. No existen terceras vías, socialismo o barbarie, y Zapatero y sus secuaces están instalados en la barbarie, de socialismo no tienen nada.
La situación actual pone en evidencia el verdadero carácter de la banca y su sector financiero asociado, las compañías de seguros. Una cuadrilla de vampiros sangrientos que se lanza a la yugular del pueblo para succionarle la sangre hasta la última gota. Lo decía con claridad B. Brecht: “robar un banco es delito, pero más delito es fundarlo”
Quienes durante estos años han declarado beneficios multimillonarios -que año tras año crecían un treinta y un cuarenta por ciento-, estaban haciendo todo tipo de trampas para robar impunemente. Si se declaraban esos beneficios era posible repartir dividendos y acumular fortunas personales inimaginables. Fortunas personales que cuando se descubre el pastel quedan a buen resguardo y no responden de las estafas realizadas.
Y ahora Zapatero nos cuenta el cuento de que hay que alimentar a la canalla bancaria para que se pueda recuperar la economía. Que esa operación mil millonaria no costará un euro a quienes contribuimos con nuestros impuestos a que sea posible hacer ese regalo a la fiera, y que, además, así el crédito fluirá hacia las pequeñas empresas y las familias. ¡Estafador! Miente como un miserable, entregando el resultado del trabajo del pueblo a un pozo sin fondo de donde nunca saldrá.
Pero, además, es que la crisis es de tal calado que esas entregas de dinero no resolverán nada, y esta crisis seguirá su curso de destrucción y de sufrimiento de la mayoría del pueblo.
Sólo un párrafo para el otro estafador –Rajoy- que se apunta como el paladín de las familias y de la clase trabajadora. Es el hermano gemelo que hace su teatro en el lugar que le ha tocado en la alternancia de poder. Miente Rajoy como miente Zapatero, uno y otro trabajan para los banqueros.
Las cifras de paro se lanzan hacia los tres millones de personas y las economías de las familias se funden por las subidas de precios de los alimentos y por la estafa hipotecaria, a esta situación no responde nadie.
Y Juan Carlos de Borbón, autodenominado Jefe del Estado, se permite hacer declaraciones sobre su deseo de que la crisis pase pronto. Esto contesta a quienes preguntan para qué sirve la monarquía española, y a quienes dicen que la monarquía no estorba para nada. Para eso precisamente sirve la monarquía; para apuntalar el sistema, para que la banca pueda robar impunemente, para que la clase obrera pueda ser explotada cada día más, para que se expulse de una manera canallesca a nuestros hermanos africanos que llegan desde la desesperación buscando algo de compasión. Para eso, y para más, sirve la monarquía española; por ello cuando la situación se complica sí hace declaraciones hablando de política y expresando vivos deseos de que todo siga igual para que la casta de parásitos pueda seguir vampirizando al pueblo, y todos los inútiles sigan arriba y el pueblo siga abajo y bien aplastado.
Entre unos y otros apuntalan a este capitalismo senil y decrépito, unos en nombre del “socialismo” y otros en nombre de “todos los súbditos”.
Frente a esta situación la salida está en dirección a la movilización de masas, por una salida de la crisis sobre la base de los intereses del pueblo trabajador. Movilización combatiente sin concesiones, movilización anticapitalista, movilización de acumulación de fuerzas hacia el cambio de sistema, hacia el Socialismo, transitando por las fases tácticas que el proceso de maduración de la conciencia de las masas vaya marcando.
Y para ello hacen falta propuestas aquí y ahora:
* Nacionalización de la banca, de toda la banca y definitivamente.
* Utilización de los presupuestos públicos en obras de empleo intensivo en mano de obra y de equipamiento de los barrios populares y obreros.
* No a los despidos colectivos, y sí a la participación de los trabajadores y trabajadoras en la gestión de las empresas.
* Defensa de la negociación colectiva y del derecho del trabajo.
* Cambio de modelo económico y de consumo, hacia un modelo en equilibrio con la naturaleza.
* Liquidación del patriarcado, por la igualdad total de mujeres y hombres.
* Cancelación del gasto militar y regreso de las tropas que participan en la ocupación de otros países.
Esa opción política –sustentada en los intereses de la mayoría-, solo se desarrollará por un amplio Frente de Izquierdas (por un Frente Mundial Antiimperialista a escala internacional) con la presencia de la organización de vanguardia que se gane el liderazgo y la credibilidad política que le permita conducir la lucha de masas hacia un estado superior en la correlación de fuerzas en la lucha de clases en el estado español. Será a partir de esa superior correlación de fuerzas cuando podrán situarse objetivos más avanzados.
Si no conseguimos hacer avanzar ese proceso el capitalismo se recompondrá a la medida de sus intereses y la dictadura del capital adoptará formas más brutales que las que hemos conocido hasta hoy, aunque ello a determinadas personas le resulte difícil de imaginar.
Esa es nuestra responsabilidad, y para ello hay que luchar sin descanso, sin dejarle resuello a los dictadores, se llamen Zapatero, Juan Carlos, Rajoy, o cualesquiera de sus comparsas.
Carmelo Suárez
Secretario General del PCPE
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