Empastes de almagama metálica.

24 de noviembre de 2009, escrito por Sin comentarios


Numerosos estudios apuntan a la lenta acumulación de mercurio en el cuerpo como la causa principal de enfermedades tan devastadoras como Alzheimer, Parkinson o Autismo. El mercurio es un potente veneno: la ingesta del equivalente a un grano de mostaza produce la muerte. ¡Resulta tóxico en concentraciones de una parte por billón! Aproximadamente el equivalente de un grano de sal en una piscina. Es por esta razón que los empastes dentales metálicos compuestos de un 50% de mercurio resultan tan nocivos para el cuerpo.

Otra fuente constante de mercurio en la dieta procede del pescado.Desgraciadamente, aunque el pescado, única fuente de ácidos grasos Omega-3 EPA y DHA, nutrientes imprescindibles en la dieta de todas las personas, es uno de los alimentos más saludables que existen, actualmente la mayoría se encuentra contaminado con mercurio, otros metales como cadmio, plomo, cromo o arsénico, PCB, dioxinas y otras toxinas. La mayor preocupación concierne a la contaminación por mercurio, metal muy tóxico para el ser humano. Sólamente en Estados Unidos se vierten 40 toneladas de mercurio anuales en la atmosféra, que la lluvia deposita posteriormente en el agua. Aunque en España no se hable de ello por la relevancia que tiene la industria pesquera en la economía, en otros países las autoridades sanitarias ya han alertado de este problema. En Estados Unidos la EPA (Agencia para la Protección Medioambiental) recomienda a las embarazadas evitar la ingesta de pescado como atún, pez espada y otros pescados de gran tamaño, ya que el metilmercurio traspasa fácilmente la barrera placentaria).

La mayoría se preguntará de dónde procede el mercurio que contienen los peces. La respuesta es que una gran parte de la electricidad que se genera en el mundo procede de centrales térmicas cuya materia prima es el carbón. Alrededor del 55% del carbón está contaminado con mercurio. Cuando se quema el carbón el mercurio se evapora y pasa al aire, eventualmente precipitando con las lluvias y acabando en los ríos, de ahí se filtra a las aguas subterráneas para acabar finalmente en los océanos. En consecuencia, miles de toneladas se vierten al océano cada año de este modo. Las bacterias presentes en el agua lo transforman en mercurio orgánico denominado metilmercurio, el cual presenta una amenaza aún mayor para la salud de los seres vivos. Como consecuencia de la cadena trófica (los peces grandes se comen a los chicos) el mercurio se va bioacumulando, por tanto, cuanto mayor es el tamaño del pez más mercurio contiene (de hecho, el hígado de ballena excede 5.000 veces el límite de ingesta de mercurio considerado como seguro). Por otro lado, los peces grandes viven más tiempo que los pequeños, por lo que tienen más tiempo para acumular mercurio en sus tejidos.

Otra de las fuentes principales de mercurio es la industria del cloro. También los pesticidas y herbicidas utilizados en la agricultura convencional, así como otras muchas industrias, contribuyen a la contaminación de mercurio de nuestros mares y océanos.

Los únicos pescados con bajos niveles de contaminación debido a su pequeño tamaño son las sardinas, boquerones, anchoas o similar. Sin embargo, estos pescados azules de elevado contenido en grasa no son adecuados para las personas de tipo metabólico carbohidrato.

Ante esta situación resulta imprescindible la ingesta diaria de suplementos de aceite de pescado Omega-3, pero es imprescindible que sean marcas de confianza que purifiquen el aceite tras la extracción, eliminando impurezas y metales pesados como el mercurio. La mejor fuente de Omega-3 es el aceite de Krill.

Los pescados de piscifactoría son, si cabe, aún más dañinos, puesto que además de contener mercurio, PCBs colorantes (en el caso del salmón) entre otras toxinas, no contienen las beneficosas grasas Omega-3, sino Omega-6, puesto que se les alimenta con pienso a base de cereales.


Para tener una idea de la cantidad de mercurio que se absorbe con el pescado, pongamos el siguiente ejemplo:
Una mujer de 66 kilos que ingiera 300 gramos de atún a la semana con una concentración de mercurio de 0,5 ppm (partes por millón) excedería los límites impuestos por la EPA (Agencia de Protección Medioambiental de los Estados Unidos) en un 400%.

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