El consumo es, evidentemente, inevitable, pues en la sociedad en la que nos encontramos tenemos una serie de necesidades que, en su mayor parte, no podemos satisfacer sin entrar en el circuito comercial que lleva funcionando siglos, consistente en una adquisición de bienes y servicios a cambio de un valor contable universal, el dinero, que permite realizar estas transacciones de un modo "normalizado". Las comillas son porque, esa transaccion no es muy natural, ni siquiera real (pensar en el paso de la peseta al euro, en el que en poco mas de dos año lo que costaba 100 pts paso a valer 166 pts). y a demas es una transaccion normal para unos, pero sumamente jodida para un 80 porciento del planeta, los del mundo en desarrollo.
Ni siquiera una vida natural de subsistencia, cultivando y criando lo necesario para vivir, está exenta de cierto nivel de dependencia del entramado comercial. El trabajo podriamos pensar que es el mismo, pero preferimos hacerlo para otros. Lo malo es que, en los últimos tiempos, este sistema comercial, sobre todo en la llamada sociedad capitalista occidental (que, por cierto, es casi de distribución universal, menos para los de los taparabos), se encuentra en una fase de desarrollo tan grande que se convierte, muy a menudo, en una obsesión por vender y consumir y, en muchos casos, con una competencia brutal entre empresas (las hay con presupuestos mayores que los de países enteros, tan grandes como Rusia, por ejemplo), y un crecimiento desproporcionado de las diferencias entre países desarrollados (consumidores y explotadores de recursos) y los "en vías de desarrollo" (productores y explotados).
La publicidad se encarga, de mostrarnos una realidad deformada, tratando de que el ciudadano consuma sin límites, todo tipo de productos, sin reflexionar en los posibles impactos o perjuicios que puedan causarse a personas, al medio ambiente, a otras culturas, etc; el ciudadano feliz, desde pequeño hasta el final de sus días, ha de consumir todo tipo de productos; hoy se vende y se consume absolutamente de todo: viajes, votos, salud, cuotas de pesca, agua, felicidad, sexo, seguridad, inversiones, deportes, aventuras, derechos, niños (tema controvertido de las adopciones), patentes sobre la naturaleza, ... a fin de cuentas, tu vida.
Así el consumo se convierte en consumismo, es decir, en un desenfreno por comprar bienes y servicios que, en muchos casos, se acumulan sin una utilidad concreta ni mucho menos necesidad por parte del usuario, que en poco mas de un par de años terminan en la basura, lavando conciencias en contenedores de ropa para los mas necesitados, pero que se nos venden con el fin de conseguir esa felicidad y confort anhelados y, como ya hemos comentado, lleva aparejado un deterioro de los medios en los que vivimos (aire que respiramos, agua que nos da vida, suelos contaminados), un agotamiento de recursos y la explotación de personas. Nunca encontramos una felicidad, ni siquiera relativamente duradera, pero sin saber que nos hacen en la cabeza, o por el que diran, o para parecernos a los musicos, o tendencias de moda que se repiten cada ciertos años. Forma de los zapatos,larguras de la falda, colores y estampados en las corbatas y trajes, por decir algo. Sino preguntar a vuestros padres y abuelos, o ya algunos que estamos con cierta edad, haced un poco de memoria.
ConsumeHastaMorir utiliza la contrapublicidad como herramienta para difundir estas problemáticas sociales y promover un comportamiento más crítico frente al consumo y los siempre dirigidos medios de comunicación.
Desde LaVoZDelPueblo, gracias 'M.M'
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