¿SABÍAS QUE el ejército y la milicia hutu, autores del genocidio de Ruanda, fueron previamente armados por Francia?

6 de enero de 2010, escrito por Sin comentarios

Como no podía ser de otra forma, los intereses de las grandes potencias capitalistas se encuentran detrás de uno de los mayores genocidios de la historia de la humanidad, el sucedido en el país africano de Ruanda, entre abril y julio de 1994.
Poco antes de comenzar este trágico acontecimiento, Francia, con el objetivo de proteger sus intereses en la zona rearmó al ejército de su leal socio, el gobierno de Juvénal Habyarimana (de mayoría hutu), enviándole grandes cantidades de armamento, material e incluso personal militar dedicado a asesorar a los mandos, a entrenar a la tropa y a dirigir operaciones de contrainsurgencia. Francia temía que la creciente influencia del Frente Patriótico de Ruanda, FPR (de mayoría tutsi), dirigido por Paul Kagame, pusiera en peligro el saqueo económico que, desde hace años, venía perpetrando en el país africano.
En los tres meses que duró el conflicto, murieron más de un millón de personas, la inmensa mayoría tutsis. Todo comenzó con el sospechoso asesinato del presidente hutu Habyarimana (probablemente un atentado de bandera falsa) y del cual se responsabilizó inmediatamente al FPR (que siempre negó su participación en el mismo). Una acusación totalmente infundada, pues el FPR se hallaba inmerso en pleno proceso de paz con el gobierno hutu, y lo último que hubiera hecho sería llevar a cabo ningún tipo de acción que pusiese en peligro el mismo y, mucho menos, asesinar al presidente ruandés. Por otro lado, el asesinato de Juvénal Habyarimana fue un auténtico espaldarazo para las aspiraciones francesas y occidentales en general, pues daba carpetazo al proceso de paz (que de haber llegado a buen puerto hubiera puesto en peligro la hegemonía francesa en Ruanda), impulsaba el exterminio de la oposición tutsi y quitaba de en medio a un personaje que empezaba a ser algo tibio para los intereses occidentales.
A pesar de que los medios de comunicación occidentales presentaron, y siguen presentando el genocidio de Ruanda, como un conflicto puramente étnico, éste debe de ser enmarcado dentro de una estrategia diseñada por las grandes potencias occidentales (especialmente Francia) y sus instituciones (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial), para proteger los intereses del gran capital en África.
Prueba de esto es la actitud de la ONU, desde el comienzo de la tragedia, pues mientras que en otros conflictos armados, prácticamente simultáneos en el tiempo, como en el de la guerra de los balcanes, no perdieron un solo segundo en enviar fuerzas de intervención, en Ruanda, donde el número de muertos superó con mucho (más de 100 veces) los de la antigua Yugoslavia, se decidió retirar las llamadas fuerzas de mantenimiento de la paz, pasando de 4000 efectivos a 200, dejando vía libre al ejército hutu, armado hasta los dientes (gracias a la generosidad del gobierno francés), para exterminar a los tutsis y a todo aquél que osara protegerles.
La actitud de la prensa y de los gobiernos occidentales fue clave también para facilitar la labor del ejército hutu, pues al tratar el conflicto como una simple guerra étnica o civil, y eludir en todo momento el uso del término genocidio, se eliminaba la posibilidad de toda intervención de la ONU. Años más tarde, el propio Bill Clinton reconocía y lamentaba, en un auténtico ejercicio de cinismo "no haber llamado inmediatamente esos crímenes por su nombre: genocidio". Hay que recordar que, cuando el Consejo de Seguridad de la ONU, a finales de mayo de 1994, se disponía a votar el restablecimiento de las fuerzas de la UNAMIR, la Secretaria de Estado durante el gobierno Clinton, Madeleine Allbright, retrasó la votación varios días.
La actuación de la prensa francesa fue nefasta, especialmente la del periódico Le Monde, que a través del único corresponsal occidental en la zona, Jene Helene, llegó a hacer responsables a los tutsis de las masacres y definió al FPR de Kagame como los "Khemers noirs" (en clara alusión al régimen de Pol Pot), encubriendo así los atroces crímenes de las milicias y del ejército hutu, .
En el punto culminante de las matanzas en Ruanda, el presidente de Francia por aquel entonces y miembro del Partido Socialista Francés, Francois Mitterrand, llegó a decir que "En países como Ruanda, un genocidio no es demasiado importante".
Finalmente el FPR, el 19 de julio de 1994, puso fin a la guerra, al alzarse con el control de prácticamente todo el país, colocando al hutu Pasteur Bizimungu como presidente y al tutsi Paul Kagame como vicepresidente. Este último, coincidiendo con el aniversario del genocidio, en abril de 2004, realizó unas reveladoras declaraciones, en las que denunció que Francia proporcionó armas, apoyo logístico e incluso apoyo de estado mayor al ejército ruandés y a las milicias que llevaron a cabo las matanzas.

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