El alcalde de Puerto Príncipe, Yves Jason Muscadin, ha prohibido la construcción de nuevas infraviviendas en la ciudad. El decreto, consensuado por los regidores de la zona metropolitana, ordena que las chabolas que se están levantando sean derribadas, ante el peligro que conllevan para la seguridad de la gente. "Sobre todo queremos aprovechar el desastre para que las favelas no se levanten en las zonas prohibidas. Es la oportunidad que nos da empezar desde cero", declaró a Público Orlson Pierre, portavoz del alcalde Muscadin.
La decisión metropolitana choca con la realidad, como tantas veces durante estos días. No hay policías suficientes para poner orden en la ciudad, mucho menos para echar de sus nuevos refugios a los miles de haitianos que buscan protección para la noche
El marido de Inés Joseph, de 37 años, ha montado una chabola sobre un terreno maltrecho en Santa María de Canape Verd. "¿Que nos van a echar de aquí? ¿Y dónde quieren que vayamos?", se pregunta ella resignada. "Estamos durmiendo en la calle, nuestra casa se desbarató, es la única forma de protegernos", añade. La familia Joseph pasó días rescatando tablones y uralitas de los edificios destrozados, trasladándolos pesadamente, a pie, hasta su barrio y montando su casita. La tragedia les golpeó, como a todos. "Mis dos hermanos murieron. Ahora mis sobrinos viven con nosotros".
El apocalipsis que fulminó Puerto Príncipe suma nuevas cifras. Según la ministra de Comunicación, Marie Laurence Cassegne, son ya 150.000 los cadáveres recogidos en la ciudad. Una cifra que el alcalde Muscadin eleva a 176.000, también con información oficial. Pero la tragedia haitiana es tan desproporcionada que esta cifra aterradora no será la última: no incluye los cadáveres quemados, ni los enterrados por sus familias. Y, sobre todo, los miles de cuerpos sepultados debajo de las ruinas. ¡Y esto sólo en la capital! La Unión Europea adelantó que serían 200.000 las víctimas, cifra que se queda corta: hay que sumar los fallecidos fuera de Puerto Príncipe.
Y más números, que son mucho más que números: 200.000 heridos, un millón y medio de desplazados y 200.000 los que han viajado al interior del país. Inmigrantes que volverán a la capital en unas semanas. Para unos y para otros, Préval prepara los supercampamentos de 400.000 personas, que a día de hoy siguen sin vislumbrarse.
El 70% de las casas, destruidas
Según los expertos reunidos en Montreal (Canadá), la reconstrucción de Puerto Príncipe se prolongará durante una década. En la zona metropolitana, se calcula que el 70% de las edificaciones se han venido abajo o son inservibles.Transcurridos 13 días, vivimos una nueva fase. El Gobierno haitiano ha declarado el fin de la búsqueda de supervivientes para centrarse en los 500 campamentos distribuidos por toda la ciudad. Campos de desplazados que siguen recibiendo agua, comida y medicamentos, pero no en las cantidades necesarias. Incluso Cité Soleil, el bastión de ex presidente Jean-Bertrand Aristide, encarnizado opositor de Preval, se benefició ayer de los alimentos repartidos por los marines estadounidenses.
Los campamentos están organizados, pero no se ha creado un cordón umbilical con las administraciones. "Nos comunicamos con ellos a través de la radio y también con un delegado que lleva un megáfono", reconoce Orlson. "Necesitamos un mes más para crear unas redes adecuadas".
Cuatro semanas llenas de retos para los vivos: que se distribuya la ayuda que llega a raudales (150 aviones por día), que se mejoren las condiciones de vida de los desplazados, que Préval arme una nueva administración Merlot Bongorit, que tardó tres días en levantar su nueva chabola y que es capaz de dar su vida por ella, no lo ve claro: "Sólo Dios nos puede salvar".
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