La ministra llegó a Copenhague desde Bruselas, tras participar en el Consejo Europeo de Pesca, en un avión oficial, el medio que más CO2 emite. Lo mismo hizo el año pasado en la cumbre de Poznan (Polonia).
Lo cierto es que estas cumbres se han convertido en algo enorme, con delegaciones de cientos de personas. En la española hay 107 acreditadas, la mayoría del Ministerio de Medio Ambiente o del de Industria. Pero también hay acreditados diputados de los principales partidos; representantes autonómicos como el presidente catalán, José Montilla, o el consejero aragonés de Medio Ambiente, Alfredo Boné (que al menos a otras citas fueron con reporteros de sus televisiones regionales); el presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), el socialista Pedro Castro...
La Secretaría de Naciones Unidas para el Cambio Climático estimó inicialmente que la cumbre emitiría 40.500 toneladas de CO2, lo que emiten en un año 4.500 europeos.
Copenhague: trampas, caos y censura en la recta final
Por Juan Carlos del Olmo. Que nadie se llame a engaño. La inmensa mayoría de quienes se están quedando sin acceso al Bella Centre en Copenhague son representantes de ONGs y movimientos sociales y a dos días del final de la Cumbre cada vez resulta más difícil hacer llegar la presión de la sociedad civil a quienes tendrán que tomar las decisiones, al tiempo que en las calles la policía danesa se emplea a fondo con activistas y manifestantes. Parece claro que no hay mucho interés en escuchar las voces de quienes han luchado durante años para que tuviera lugar esta Cumbre; quizá porque cada vez está más claro que la respuesta de los líderes mundiales ni mucho menos va a estar a la altura de las amenazas que representa el cambio climático.
En las últimas 48 horas, los negociadores nacionales no sólo no han logrado consensos sobre temas clave sino que han generado más desacuerdos, queriendo introducir trampas legales que sólo benefician a los grandes intereses. Tal y como están hoy las negociaciones, nos estaríamos enfrentando a una subida descontrolada de las temperaturas, con un aumento de hasta 4º con catastróficas consecuencias.
No se ha conseguido acordar un marco financiero para ayudar a los países en desarrollo en sus políticas de adaptación al cambio climático y de reducción de emisiones. Los objetivos de reducción de los grandes emisores históricos entre los países industrializados no han variado respecto a lo anunciado antes de la Cumbre. Y otros aspectos clave, como la cooperación tecnológica, la adaptación y la protección de los bosques, no han avanzado sustancialmente.
Los negociadores de Estados Unidos han intentado retrasar cualquier decisión, tanto sobre los grandes temas como sobre los pequeños, dejando sólo la esperanza de que la llegada de Obama a Copenhague y su liderazgo se acerque más a las expectativas del mundo. La delegación china pelea por un control internacional de los inventarios de gases de efecto invernadero de otras naciones pero no lo acepta para su país. Y mientras tanto Europa sigue condicionando sus ambiciones a las posiciones de otros países, sin ninguna valentía. Hace algunas horas WWF mantenía una reunión en el Bella Centre con la Ministra de Medio Ambiente Elena Espinosa para pedir mayores compromisos por parte del gobierno español. Ahora estamos a la espera de que el presidente Zapatero intervenga mañana y anuncie por fin una iniciativa ambiciosa.
Pero a dos días del final de esta ocasión histórica, todo parece apuntar a que la Cumbre acabará con grandes discursos, en lugar de con compromisos que aborden de forma decidida el cambio climático. Y sin embargo, el planeta no se lo puede permitir. Por eso hasta el último momento vamos a seguir trabajando y tratando de aumentar la presión, a pesar del caos organizativo y de todas las dificultades. Hasta el último momento vamos a mantener la esperanza.
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